viernes, 16 de enero de 2009

La vida es una sola

JOSÉ EDUARDO CASTILLA.
6º3 MATINAL


Érase un vez en las afueras de la ciudad en una pequeña casa una señora llamada Soledad, vivía acompañada de su familia. Ella acostumbraba a cocinar comidas especiales para cuando llegaran sus hijos que están trabajando en una fábrica en la ciudad.

Un día Soledad estaba esperando la llegada de José, Fredy y Andrés quienes eran sus hijos y comenzó a cocinar un delicioso banquete, cuando de repente le dio un fuerte dolor de estómago y uno de sus vecinos se dio cuenta y la llevó al médico, era tanta la gravedad que la remitieron al hospital y tan grave era que los médicos no daban esperanzas de vida. Además del dolor, los médicos que la atendieron la encontraron agotada y fue cuando la vecina le contó todo lo que Soledad realizaba en su hogar ya que a su edad trabajaba mucho.

Sus tres hijos se enteraron de lo ocurrido y de inmediato pidieron permiso en la empresa. Cuando llegan al hospital donde se encuentra su madre se sorprenden al ver el estado en que se encuentra y de inmediato se pusieron a llorar. Uno de ellos, Andrés, la tomó de la mano y comenzó a sobarla y en esos momentos la señora despertó y se puso contenta al ver a sus hijos. Fueron muchos los exámenes que le practicaron para que le pudieran dar de alta. Los hijos al ver lo ocurrido decidieron contratar a la vecina, quien ayudó a la señora, ellos sabían que era una buena mujer y además conocida. El último en irse fue José que estuvo con ella hasta dejarla bastante recuperada. Antes de irse le dio todas las recomendaciones para que no fuera a recaer en su enfermedad.

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