JUAN GUILLERMO RÍOS.
6º6.MATINAL
6º6.MATINAL
Había una vez un niño llamado Ríos que vivía en el bosque con su familia, tenía la costumbre de salir a jugar todas las mañanas, lo hacía solo porque sus otros dos hermanos salían desde temprano a cumplir con sus labores de trabajo.

Un buen día el niño comenzó a jugar con lo que la naturaleza le brindaba, se colgaba de las ramas de los árboles más pequeños, se acostaba en la hierba y se hacía los rollos, en fin, haciendo una serie de piruetas. En esas estaba cuando llegó una señora muy amable y cariñosa, hasta se puso a jugar con él. Compartieron un buen rato otros juegos, ambos estaban contentos y se vía la felicidad en el momento como si se conocieran de hace rato. Llegó el momento y la señora le propuso a Ríos que fueran a conocer otros lugares; así fue, llegaron a un sitio muy lindo y acogedor. Los padres del niño ya estaban preocupados porque él no acostumbraba a alejarse de la casa ni tardar mucho tiempo. Llegó la tarde y nada que aparecía, entonces fue cuando empezaron a imaginarse lo peor; entre todos comenzaron a buscar por los sitios donde posiblemente lo podían encontrar, cada uno tomó una ruta diferente.
Cada uno encontró un rastro que le indicaba que por allí estuvo el niño, todos lo siguieron y fueron a dar a lo mas alto de una montaña. Lo encontraron tirado en el suelo y alrededor vieron cosas de brujas; todos salieron a su encuentro y lo cargaron, lo llamaban para que reaccionara. Como el papá sabía cosas para protegerse de brujerías, dijo unas cuantas palabras, el niño despertó y se puso muy contento al ver a todos unidos y muchas de las cosas que estaban en la montaña desaparecieron. Todos regresaron tarde de la noche a casa, pero muy contentos porque todo se había solucionado bien. Desde entonces el niño comprendió la lección.
Un buen día el niño comenzó a jugar con lo que la naturaleza le brindaba, se colgaba de las ramas de los árboles más pequeños, se acostaba en la hierba y se hacía los rollos, en fin, haciendo una serie de piruetas. En esas estaba cuando llegó una señora muy amable y cariñosa, hasta se puso a jugar con él. Compartieron un buen rato otros juegos, ambos estaban contentos y se vía la felicidad en el momento como si se conocieran de hace rato. Llegó el momento y la señora le propuso a Ríos que fueran a conocer otros lugares; así fue, llegaron a un sitio muy lindo y acogedor. Los padres del niño ya estaban preocupados porque él no acostumbraba a alejarse de la casa ni tardar mucho tiempo. Llegó la tarde y nada que aparecía, entonces fue cuando empezaron a imaginarse lo peor; entre todos comenzaron a buscar por los sitios donde posiblemente lo podían encontrar, cada uno tomó una ruta diferente.
Cada uno encontró un rastro que le indicaba que por allí estuvo el niño, todos lo siguieron y fueron a dar a lo mas alto de una montaña. Lo encontraron tirado en el suelo y alrededor vieron cosas de brujas; todos salieron a su encuentro y lo cargaron, lo llamaban para que reaccionara. Como el papá sabía cosas para protegerse de brujerías, dijo unas cuantas palabras, el niño despertó y se puso muy contento al ver a todos unidos y muchas de las cosas que estaban en la montaña desaparecieron. Todos regresaron tarde de la noche a casa, pero muy contentos porque todo se había solucionado bien. Desde entonces el niño comprendió la lección.
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